viernes, 3 de febrero de 2012

Juan ramón jimenez

Juan Ramón Jiménez Mantecón. (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958). Poeta español y premio Nobel de Literatura.

Estudia en la Universidad de Sevilla, pero abandona Derecho y Pintura para dedicarse a la literatura influenciado por Rubén Darío y los simbolistas franceses. Tiene varias crisis de neurosis depresiva y permanece ingresado en Francia y en Madrid. En esta ciudad se instala definitivamente; realiza viajes a Francia y a Estados Unidos, donde se casa en 1916 con Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil española, se exilia a Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico. En este último país recibe la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956.

La crítica suele dividir su trayectoria poética en tres etapas:

Etapa sensitiva (1898-1915): marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo. En ella predominan las descripciones del paisaje, los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través del perfeccionismo de la estructura formal.

Etapa intelectual (1916-1936): descubrimiento del mar como motivo trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia. En su deseo de salvarse ante la muerte se esfuerza por alcanzar la eternidad, que busca conseguir a través de la belleza y la depuración poética.

Etapa verdadera (1937-1958): todo lo escrito durante su exilio americano.

La obra poética de Juan Ramón Jiménez es muy numerosa, con libros que a lo largo de su vida, en un afán constante de superación, repudia - o de los que salva algún poema, casi siempre retocado en sus sucesivas selecciones.


JUAN RAMÓN JIMENEZ



Páginas arrancadas a las plumas de la fantasía
un murciélago audaz desgaja los pomos,
y del níspero fantástico ruedan historias
con el etéreo plumaje disuelto en mágica tinta.

El pájaro que escribía planeaba los aletazos
vuelo versátil dirigido a la cima;
albatros de luengas alas surca los océanos
donde el néctar germinante destila poesía.

La luna fue un objetivo fácil de alcanzar
electromagnético cañón dispara la nave al infinito,
y traspasa el rostro de queso,
agrandando los cráteres de alucinantes mejillas.

Un viaje excéntrico alborota a los periódicos del domingo
travesía dirigida al centro del globo,
el volcán islandés fue el inicio de aquel descenso
en compañía de un personaje silencioso
que en su mutismo evocaba a un terrier danés;
y de su tío que lucía la aureola de profesor
se deslizan cuesta abajo
vislumbrando el férreo centro tapizado de níquel.

Loa bramidos de un mar subterráneo
sustentan la teoría de la tierra agujereada,
de su interior emergen criaturas legendarias;
el mutismo del cazador de patos es puesto a prueba:
ráfagas tormentosas encienden el mástil de la balsa
y su fisonomía cambia cuando la cabellera de Absalón
se transforma en melena antediluviana.


Andaba en cohetes cuando ni siquiera existían
y el submarino apenas era una quimera idílica,
como una aventura en globo alrededor del mundo
sátiro de los ingenios;
con el telégrafo fotográfico acariciaba el fax antes de inventarlo
y la red de cables que según él circundaría el orbe
era un presagio de Internet.

El níspero sacudido por el albatros
regaló toda la cosecha,
ahora de su sarcófago emerge un coloso
y señalando hacia el infinito nos dice
que el don más importante del hombre es la imaginación.

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